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miércoles, 24 de junio de 2015

Epílogo a "El crit de les ultrecoses" de David Ruiz



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Es una idea muy extendida pensar que la ciencia-ficción es un género, tanto narrativo como cinematográfico, destinado exclusivamente al ocio y al entretenimiento. Forma parte de los lugares comunes con los que tiene que convivir este género. Claro que en parte lo merece, ya que buena parte de las llamadas novelas o películas de ciencia-ficción no persiguen otro fin que alcanzar la evasión del lector/espectador durante el tiempo que dura el ejercicio de lectura o el visionado de una película. Sin embargo existen, tanto en literatura como en cine, honrosas excepciones que nos permiten hablar de la ciencia-ficción como un género que trasciende el mero artefacto de entretenimiento, e incluso en algunos casos podemos dar con obras que constituyen excepcionales tratados de ciencia política. Piense el lector, por ejemplo, y por citar sólo dos casos sobradamente conocidos, en películas como Matrix o Avatar, donde las filigranas estéticas y los efectos especiales –desde las patadas voladoras suspendidas en el aire hasta la proyección en tres dimensiones de la película– no desplazan (pero ni siquiera logran ensombrecer) su contenido político, siendo la película de los hermanos Wachowski una honda reflexión sobre el interior/exterior de la ideología, siendo la película de James Cameron una nada disimulada denuncia ante los oscuros –quiero decir: monetarios– intereses que esconden los proyectos de cooperación internacional. La ciencia-ficción, en ocasiones, no renuncia a participar en el espacio público. Pero, ¿cómo nos acercamos, como lectores atentos, a la novela de David U. Ruiz, El Crit de les Ultracoses?: ¿Es una mera novela de evasión, cuya meta es servir de pasatiempos a un desocupado lector, o hay algo más en ella?        

             En la ciudad de Girona varias personas aparecen muertas, o aparentemente muertas, en los sofás de sus casas. Cuando la policía acude al lugar de los hechos, observa que siempre se repite un mismo patrón: la televisión encendida emite una niebla. El motivo –cuidado: contiene spoilers–: unos alienígenas espurios y etéreos utilizan la energía eléctrica de los televisores para abandonar su mundo e introducirse en el nuestro en busca de cuerpos en los que cobijarse, cuerpos que estos espíritus o ultracosas que vienen del espacio exterior, de una dimensión desconocida, necesitan usurpar para poder mantenerse en vida. Han perdido sus cuerpos y necesitan hacerse con unos nuevos para sobrevivir. De este modo proceden a ocupar los cuerpos de los televidentes que, tras pasar un primer estado de pérdida de conciencia, recuperan sus constantes vitales y, al poco, su vida normal. Todo sigue igual y nadie nota nada, nadie percibe un cambio sustancial en el modo de vivir de las personas. Pero los de antes ya no son los mismos: aunque conservan su cuerpo, llevan a los alienígenas en el interior. Los habitantes de nuestro contaminado planeta viven sus vidas de forma tan pasiva, tan alienante, que ni siquiera experimentan un cambio cuando sus cuerpos –y sus conciencias– han sido tomados por alienígenas. Parece que ya estaban demasiado acostumbrados a convivir con la alienación.
            Alienación y alienígena comparten un mismo origen etimológico. Ambas palabras forman su significado a partir de «lo ajeno»: si los alienígenas vienen de un mundo que es ajeno al nuestro, un ser alienado es aquel que se comporta como si alguien, ajeno a él, se hubiera adueñado de su conciencia. David U. Ruiz funde y confunde los términos y sus personajes sufren la alienación precisamente porque sus conciencias son controladas por alienígenas. Pero tal vez lo más interesante de El crit de les ultrecoses se localice en el instrumento del que se sirven los alienígenas para alienar a los habitantes de la ciudad de Girona: la televisión. El uso de la metáfora y de la ironía le permite a David U. Ruiz reflexionar –y colocar su mirada crítica– sobre la capacidad de desactivación social y sobre el potencial alienante que tiene la televisión en la sociedad contemporánea. La ciencia-ficción funciona, en esta novela, como una advertencia, una llamada de atención, sobre la construcción de un sujeto pasivo y alienado que, ante la televisión, pierde su conciencia crítica sobre la realidad que le rodea. En ocasiones, la ciencia-ficción –y El crit de les ultrecoses es un caso paradigmático– utiliza imágenes aparentemente alejadas de una concepción lógico-racional del mundo, pero que expresan a la perfección el funcionamiento del mismo; porque es cierto que de nuestros televisores nunca saldrán esos seres que la novela describe, ni nuestros cuerpos serán tomados por ellos; pero lo cierto es que a diario sí vemos cómo de nuestras pantallas sale algo tan fantasmal como es la ideología que se apodera de nuestros cuerpos, de nuestras conciencias, y nos aliena como alienan a los personajes de la novela de David U. Ruiz los alienígenas que salen de sus televisores.
            La relación alienación/televisión es un tema que preocupa –y que persigue– a David U. Ruiz. Aunque esta sea su primera novela, David U. Ruiz tiene a sus espaldas una prolongada carrera como director de cortometrajes. El germen de El crit de les ultrecoses se encontraba ya presente en dos cortos con los que su novela parece dialogar, y con los que comparte un vínculo temático y una reflexión crítica semejante. El primero de ellos, muy antiguo ya, mostraba a un hombre sentado en un sofá, mirando la televisión, que de pronto se pone en pie atraído por algo que la narrativa del cortometraje no especifica, se acerca al televisor, lo mira detenida y detalladamente, lo toca, lo acaricia incluso, hasta que de pronto se introduce dentro del aparato y se queda atrapado en su interior. La fascinación de la televisión atrapa a los espectadores hasta el punto que les impide vivir fuera de ella. Pero acaso El crit de les ultrecoses está más íntimamente ligado a un cortometraje más reciente titulado Noise. En el corto, con una estética de terror psicológico y psicodélico, la televisión también es la vía de escape, como sucede en la novela, de unos seres extraños que ponen en situación de riesgo a la humanidad.
            David U. Ruiz nos invita, pues, a inmiscuirnos en el mundo de la ciencia-ficción pero nos alerta de que hay que hacerlo con la conciencia activa, no vaya a ser que el potencial alienante y evasivo de la televisión se traslade al mundo de la literatura –si acaso no lo ha hecho ya– y de las páginas de su libro escapen asimismo alienígenas que quieran apoderarse de nuestra conciencia. Cuando lean, háganlo siempre con los ojos bien abiertos; si se les nubla la vista, cierren el libro rápidamente: tal vez tengan que salir corriendo.         


           

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