Dice Terry Eagleton en Cómo leer un poema (Akal, 2010) que la poesía es un género en sí
mismo subversivo. El hecho de que el verso no alcance el final de la línea, de
que un poema requiera una lectura lenta y reposada al margen de las prisas que
impone la ciudad capitalista y de que exija un cambio de registro que desplaza
lo real hacia lo simbólico, resulta suficiente, en opinión del crítico inglés,
para inferir que el poético es un género que se resiste, por su propia forma, a
ser asumido o devorado por el mercado capitalista.
Sin
embargo, por mucho que el verso no alcance el final de la línea, no siempre la
poesía ha sido subversiva. En ocasiones, ha sido incluso todo lo contrario. La
poesía es subversiva solo si se lo propone, si persigue conscientemente, golpe
a golpe, verso a verso, cuestionar y aun contrarrestar la hegemonía del
capitalismo. Es el caso de algunos de los poemas que se reúnen en distintas
antologías que, al calor de la crisis, se han publicado en el último año. En legítima defensa (Bartleby, 2014), Marca(da) España (Amargor, 2014) y Disidentes (La Oveja Roja, 2015) son
tres poemarios que comparten una voluntad crítica frente a la realidad. Pero
también existen algunas diferencias que conviene subrayar.
Disidentes
no es un libro de coyuntura, un libro sobre la crisis; es
más bien una antología que cuestiona las estructuras de un sistema económico
que, por su propia dinámica, hace del mundo un lugar menos habitable, menos
justo, menos lugar. Poetas como Jorge Riechmann, Enrique Falcón, Antonio
Orihuela o María Ángeles Maeso, máximos representantes de la corriente de la
«poesía de la conciencia crítica» desfilan por las páginas de Disidentes.
Por su parte, Marca(da)
España es algo más que un poemario. Es un libro compuesto por fotografías
de Reiner Wandler que recogen instantes de
lucha e indignación vividas en España en los últimos años, desde el 15M
hasta hoy. Cada una de las fotografías de Wandler se acompaña de un poema
escrito por poetas de corrientes y sensibilidades distintas. Algunos poetas de
la denominada la «poesía de la conciencia crítica» conviven, en estas páginas,
con otros que, si bien no se incluyen en la corriente señalada, sí producen una
poética igualmente crítica. Es el caso de poetas como Óscar Curieses, Laura
Casielles o Ángel Guinda. El prólogo de Marca(da)
España corre a cuenta de Santiago Alba Rico que define el libro como una
«muestra de las marcas tristes que deja la marca España, pero también la rabia
viva que se rebela contra ella».
Como Marca(da)
España, En legítima defensa (poetas en tiempos de crisis) es un poemario
sobre la crisis, donde –a diferencia de lo que ocurre en un menos coyuntural Disidentes– los versos están más
íntimamente ligados a la actualidad inmediata. En legítima defensa, si bien reúne algunos poetas de la corriente
de la conciencia crítica como Matías Escalera, Gsús Bonilla o Isabel Pérez
Montalbán, junto a otros que si no son de esta corriente sí están muy próximos
a ella, como Felipe Alcaraz o Marta Sanz, incluye asimismo a poetas como Antonio Gamoneda, Juan
Carlos Mestre, José Manuel Caballero
Bonald o Manuel Rico, más alejados de una propuesta poética abiertamente
crítica, en los términos referidos. Tal vez por ello, en su conjunto, En legítima defensa sea un poemario que se escribe no
desde la necesidad de dar la batalla para ganar un mundo, sino desde el lamento
que nace de la pérdida del viejo mundo que se marcha. En este poemario late
cierta nostalgia por el mundo que habitábamos antes de que la crisis se lo
llevara por delante. El tono, y el título en este sentido es transparente, no muestra
una clara voluntad de ir a la ofensiva, sino de resistir, de defenderse, ante
la agresión de los de arriba. No obstante esto, En legítima defensa resulta a todas luces interesantísimo porque
atrapa un estado de ánimo, porque evidencia que, casi como por un imperativo de
la época, resulta imprescindible comprometerse, bajar al barro y mancharse, también
desde la poesía, desde aquella poesía más intimista y más alejada del
compromiso político y social.
Quizá la poesía no sea un género en sí mismo subversivo.
Pero, lo que es seguro, es que los versos que integran estos poemarios sí lo
son. Y eso que, en algunos casos, los versos incluso llegan hasta el final de
la línea.
David Becerra Mayor // La Marea, nº 25 (marzo, 2015), pág. 52.
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