Sobre El mito de la guerra buena de Jacques R. Pauwels (Hiru, 2002)
Este libro no es exactamente una novedad, pero ya advertimos que este
viaje lo íbamos a emprender sin consultar horarios. Nuestro imaginario
sobre la Segunda Guerra Mundial se nutre esencialmente de imágenes y
escenas procedentes de las grandes producciones cinematográficas de
Hollywood. Lo mucho o poco que sabemos de aquellos años que asolaron el
mundo aparece siempre mediatizado –interferido, acaso– por las
narrativas proyectadas en la gran pantalla. Hollywood ha impuesto el
relato de la Segunda Guerra Mundial.
El desembarco de Normandía, el día D, se representa como el punto de
inflexión de una guerra a la que han acudido los norteamericanos para
salvar a Europa del nazismo. El soldado americano, que extraña a su
familia, a la que siente muy lejos, pisa el suelo del Viejo Continente
con gesto de héroe, al intervenir en una guerra que no es la suya, pero
que por imperativo moral, movido por su altruismo, se ve forzado a
participar. Y a vencer. En la escena final, EEUU alza la bandera de la
victoria, como el ejército que ha liberado Europa. Este es el relato que
sobre la Segunda Guerra Mundial ha construido EEUU y que la industria
cinematográfica de Hollywood, como buen aparato de propaganda, se ha
encargado de popularizar.
Claro que en él quedan lugares oscuros sobre los que arroja luz el historiador Jacques R. Pauwels en El mito de la guerra buena.
La presencia de EEUU en la Segunda Guerra Mundial difiere del mito. En
primer lugar, su participación es tardía, ya que en un inicio ni
siquiera tenía claro quién iba a ser su enemigo. EEUU elegiría su
enemigo de quien saliera más debilitando de los enfrentamientos entre
nazis y soviéticos. Nunca descartó una alianza con Hitler. De hecho,
cuando finalmente se alía con la URSS, la oligarquía norteamericana,
abiertamente filofascista y con importantes negocios en marcha con la
Alemania nazi, cree que su país se ha equivocado de enemigo.
Lo cierto es que ni la entrada de EEUU en la guerra fue determinante
ni el desembarco de Normandía marcó un antes y un después en la victoria
de los aliados. Cuando EEUU entra como fuerza beligerante en el
conflicto lo hace porque ve como muy probable el peor de los escenarios
jamás imaginado: que la URSS surgiera de la Segunda Guerra Mundial como
el único vencedor del nazismo. Un escenario que dejaría a los
norteamericanos en una posición geopolítica nada favorable. Del mismo
modo, Pauwels señala que “el propósito del desembarco en Normandía era
permitir a los aliados occidentales llegar a Berlín antes que el
Ejército Rojo”. Y añade que el triunfo de esa batalla tampoco dependió
en exclusiva del potencial militar estadounidense, sino de una ofensiva
soviética que impidió que los alemanes transfirieran tropas desde el
frente del este hasta Francia. Nada de heroicidades ni altruismos. Este
es sólo uno de los episodios referidos, y aclarados, por Jacques Pauwels
en El mito de la guerra buena. Un libro imprescindible para
disputar el relato de la Historia. Para historiadores y para quienes no
quieren que les roben el pasado. Para quienes no quieren que les sigan
contando películas.
David Becerra Mayor // Publicado en La Marea, nº 21 (noviembre, 2014), pág. 61.
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