Hacía casi 30 años que La mina de Armando López Salinas no se editaba en España. Los
jóvenes no pudimos leerla. Hemos de leer La
mina para recuperar nuestra Historia y para forjar nuestro porvenir.
Yo nací (perdonadme)
en el mes de julio de 1984. No es que quiera aprovecharme de la generosidad de
quien me brinda esta tribuna para contar mi vida. Pero la fecha de mi
nacimiento tal vez tenga sentido. Porque ese mes de julio de 1984 se publicó
por última vez, en la editorial Orbis, La
mina de Armando López Salinas. Han pasado casi treinta años desde la fecha.
Los
jóvenes que hoy salimos de las Facultades, expulsados a un mercado laboral cada
vez más precarizado, cuando no directamente al exilio económico, no hemos leído
La mina. Y no la hemos leído porque
no existía. Era imposible hacerse con un ejemplar, salvo quien descendía al
sótano de una biblioteca o lo descubría entre los montones de libros polvorientos
de una librería de viejo. La mina desapareció
también de los libros de texto y de los programas universitarios. La llamada
«generación mejor formada de España» no ha leído La mina de Armando López Salinas. Nunca tuvimos la oportunidad.
Los
hechos nunca suceden al azar. El realismo social/socialista fue borrado de la
Historia. La nueva sociedad despolitizada que surgió con la transición, en las coordenadas
ideológicas de un capitalismo avanzado que se autoproclama como el mejor de los
mundos posibles, prescindió de textos como La
mina. Parecía que no era necesario seguir hablando de explotación ni de
proletariado en un mundo donde el ocaso de la lucha de clases y el fin de la Historia dibujaban una
sociedad perfecta y cerrada, sin conflictos ni contradicciones. La huella de lo
político y lo social desapareció de la literatura y el realismo social no sólo
no encajaba en este esquema, sino que además su calidad literaria se ponía en
entredicho. No hacía falta leer La mina
porque era una obra pésimamente escrita, nos dijeron, e incluso nos
convencieron. Ahora sabemos que no fue por una cuestión estética por lo que
dejamos de leer La mina, sino porque
molestaba. Porque La mina nos
recuerda quienes son los que lucharon. La
mina nos recuerda que la libertad y la democracia no es una concesión de
grandes hombres con grandes gestos, como cuenta el relato/mito de la
Transición, sino la conquista de hombres y mujeres como los que La mina retrata. Los explotados de ayer
sobre cuyas espaldas se construyó el denominado «desarrollismo económico»
español.
A los
jóvenes no sólo nos han robado el futuro, sino que también el pasado. Para
recuperar nuestra memoria, en septiembre de 2013 la Sección de Estética y
Literatura de la Fundación de Investigaciones Marxistas y la editorial Akal
unimos fuerzas para reeditar La mina
y presentar el texto por primera vez sin censura en España. Para ganar el
futuro es imprescindible recuperar primero el pasado. Hemos de volver a leer y
no dejar de leer nunca novelas como La
mina de Armando López Salinas, porque acaso nos sirva para recuperar
nuestra Historia y para forjar nuestro porvenir.
David Becerra Mayor // Publicado en Agitación, nº 18 (2014), pág. 14. Número completo: http://issuu.com/revistaagitacion/docs/agitacion_18_#
Siempre, el Maestro David Becerra, con su voz clarividente, conmovida y conmovedora. Conozco esta novela vertical, gracias a su generosidad. Gracias, siempre, por sus luces. Fraterno abrazo.
ResponderEliminarNo me ha quedado claro si la han reeditado y esta a la venta.
ResponderEliminarSí, en septiembre publicamos en Akal una nueva edición, por primera vez sin censura. Enlace: http://www.akal.com/libros/La-mina/9788446038818
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