Buscar

Mostrando entradas con la etiqueta novela crítica. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta novela crítica. Mostrar todas las entradas

sábado, 9 de noviembre de 2019

Lectura fácil de Cristina Morales

Resultado de imagen de lectura fácil cristina morales
«Dispositivos biopolíticos e institucionalización de los cuerpos en Lectura fácil de Cristina Morales». Ínsula, 874-875 (noviembre 2019), 51-54. Aquí. 



lunes, 7 de enero de 2019

8 novelas sobre la transición

La Constitución cumple 40 años. Podríamos decir que está sufriendo la crisis de los cuarenta. Mira hacia atrás con nostalgia y se gusta verse joven, fuerte y consensual. Añora los tiempos mozos, y los idealiza. Las efemérides sirven, o suelen servir, para despolitizar el pasado, para desactivar lo que aquellos años pudieran tener de revolucionarios y para afianzar los mitos fundacionales. Esto va a ocurrir –o está ocurriendo ya, desde hace algún tiempo– con la transición. Allí empezó nuestra democracia –nos dicen– gracias al gesto heroico de dos hombres –Suárez y el rey– que nos concedieron la libertad. Pero la democracia y la libertad no son una concesión, sino una conquista de quienes lucharon. Para prevenirnos de esta lectura mítica, ofrecemos aquí la lectura de 8 novelas sobre la transición, 8 novelas críticas que miran sin complacencia aquellos años que no son tan idílicos como el relato de la transición los imagina. Son novelas que muestran la continuidad entre la dictadura y la democracia, la continuidad de un modelo productivo que consolidó un capitalismo especulativo y de consumo y la corrupción como sistema, la continuidad de una clase social en el poder, que ganó la guerra en el 1939 y continuó ganándola en 1978.
 
 https://www.mundoobrero.es/img/cont/20181205_8novelas_transicion.jpg
 
‘Los mares del sur’,
MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN.
(Planteta, 1979)

La trama de esta entrega del detective Pepe Carvalho se sitúa –y no por casualidad– entre el Plan de Estabilización Nacional de 1959 y los Pactos de La Moncloa de 1979. Manuel Vázquez Montalbán establece una continuidad entre el proceso de liberalización del mercado que se llevó a cabo en la España franquista, al dictado del FMI y la OCDE, y la constitución de la democracia. La continuidad de un sistema económico basado en la construcción, la especulación inmobiliaria y la corrupción edilicia. Aunque la forma del Estado cambiara con la transición, los que estaban en el poder –y sus modos de operar– seguían siendo los mismos. Con este paisaje de fondo –o quizá no tan de fondo– se produce un crimen: Stuart Pedrell, miembro de la élite financiera, pero contrario a las maniobras de la clase dominante para perpetuarse en el poder, aparece asesinado en un descampado en un barrio periférico, de clase obrera. Pepe Carvalho debe resolver el caso: ¿quién ha pagado el alto precio de la transición?

‘La caída de Madrid’,
RAFAEL CHIRBES.
(Anagrama, 2000)

19 de noviembre de 1975. Franco agoniza. Las luchas de poder para pilotar la transición se activan. La caída de Madrid se desarrolla en un solo día, durante la lenta agonía del dictador. Chirbes organiza su novela como un desfile de personajes. Cada uno de ellos representa un colectivo, personifica una función política y social de quienes participaron en la correlación de fuerzas –o de debilidades (Montalbán dixit)– de la transición. Desde un activista clandestino hasta un hombre de negocios, pasando por un viejo profesor republicano que regresa del exilio a una España que ya no reconoce. La llegada de Franco al hospital madrileño de La Paz pudo suponer un punto de inflexión en la historia de España, sin embargo, como ocurrió en 1939, se trata de una nueva caída de Madrid: quienes ganaron la guerra, han ganado también la batalla de la transición.

‘Lo real’,
BELÉN GOPEGUI.
(Anagrama, 2001)
«Para dar cuenta de la transición española, no [se debe acudir] al mito sino sólo al encadenamiento de los hechos relevantes», dice la narradora de la novela. Y acaso con Lo real Belén Gopegui no pretenda otra cosa: describir –partiendo desde la España de 1986, año en que se celebra el referéndum de la OTAN– la sucesión de eventos que han ido configurando la sociedad española, desde el franquismo hasta la democracia. La transición supuso la pervivencia en el poder de élites económicas del franquismo, pero nada hubiera sido posible sin unos mecanismos que encubrieran la transacción. Para ello se establecieron dos niveles en la sociedad: por un lado, lo que la novela denomina «ficción democrática», que entiende que cualquiera, por su propio mérito y talento, puede acceder al poder, y, por otro, las auténticas reglas del juego, las que de verdad rigen la sociedad: solo tienen acceso al poder aquellos que ya están instalados en él. No hay libertad ni igualdad, solo la perpetuación en el poder –político, económico y también mediático– de la burguesía. Edmundo Gómez Risco, el protagonista de Lo real, entiende rápidamente las reglas del juego y las asume para poder abrirse paso en la hermética sociedad española del postfranquismo, inventándose un currículum y una vida acorde con lo que las verdaderas reglas del juego exigen. Pero no persigue el triunfo individual; al contrario, ha diseñado una estrategia para medrar y, desde la cima, actuar para tratar de cambiar las cosas.

‘El vano ayer’,
ISAAC ROSA.
(Seix Barral, 2004)

Los vencedores de la transición fijaron su relato. En aquella fotografía todos ellos salían sonrientes y demócratas, como si lo hubieran sido toda la vida. Reconciliación y transición pacífica. Fuera de foco quedaron los muertos y los torturados; también la trampa de una ley de amnistía que otorgaba impunidad a asesinos y torturadores. Pero, de un tiempo a esta parte, desde que la sociedad española perdió el miedo a mirar el pasado, el relato vuelve a estar en disputa. Había que disputarle al poder el régimen de verdad que se instauró en la transición. En El vano ayer, Isaac Rosa pone en escena el conflicto de memorias que vive la sociedad española, por medio de la creación de un universo dialógico –«la novela es un territorio participativo», se dice en sus páginas–, compuesto por un “autor” que ensaya distintas tramas y distintos modos de construir un personaje; un “lector” que se rebela, interrumpe y opina sobre la trama; y distintos “relatores” que cuentan su experiencia personal. Isaac Rosa, con El vano ayer, por medio del recurso estético de la “novela en marcha”, se pregunta cómo escribir una novela crítica que no caiga en un perspectivismo indulgente, en un retrato incapaz de desestabilizar el presente, o en una suerte de epopeya individualista donde lo que menos importe sea el rigor o la verdad histórica. El vano ayer es una novela que no solo denuncia la realidad sino también los velos que la ocultan. Una novela con un final abierto que no responde a un mero capricho estético, más bien indica que no puede cerrarse simbólicamente un relato que sigue abierto, vivo, sin resolver.

‘Todo está perdonado’,
RAFAEL REIG.
(Tusquets, 2011)

A través de una trama neo-policial que busca dilucidar el asesinato de Laura Gamazo, hija de un empresario que es envenenada el día de su boda, Rafael Reig describe el proceso en que las élites económicas y políticas del franquismo se convirtieron, de la noche a la mañana, en demócratas. Con un título que bien podría ser el estribillo del relato de la transición, que pone en valor el consenso y la reconciliación mientras invisibiliza los costes reales de un proceso histórico deficiente, Reig construye una novela donde describe cómo los que ganaron la guerra en 1936 también ganaron la paz en 1978. El poder sigue estando en manos de unos pocos, que siguen siendo los mismos. La historia de la transición no es la historia de una ruptura, sino más bien de una continuidad: la de los apellidos de aquellos que tuvieron el poder en la dictadura se repiten en democracia. En España el poder se transmite a través de la sangre, y no solo en la institución monárquica.

‘Daniel Astor y la caja negra’,
MARTA SANZ.
(Anagrama, 2013)

1978. Dos niñas juegan en su “habitación propia” recortando fotografías publicadas en las revistas de la prensa rosa. Ambas encuentran en las vidas glamurosas de las mujeres de papel couché la inspiración para construir su propia subjetividad. El pudor católico y mojigato de la sociedad franquista ha quedado atrás. El cuerpo y la sexualidad se exhibe libre. Mujeres libres, liberadas, o más bien liberalizadas para el consumo masculino. En Daniela Astor y la caja negra, Marta Sanz pone el foco en esa tensión. Pero, a su vez, la novela reflexiona sobre los elementos residuales que persisten en la nueva sociedad democrática nacida de la transición. La trama de la novela nos permite asistir a un aborto y con ello al modo en que la sociedad criminaliza y condena la práctica abortiva y cuestiona el derecho de la mujer a decidir, con libertad, sobre su propio cuerpo. Pero habla también de las luchas que a la postre lograron su legalización. Todo ello se combina en la novela con el visionado del documental que, ya en la edad adulta, compone su protagonista sobre el cuerpo femenino en el cine del destape y el fantaterror, que sirve para subrayar cómo el cuerpo femenino se libera para convertirse en un bien de consumo.

‘El tiempo cifrado’,
MATÍAS ESCALERA CORDERO.
(Amargord, 2014)

Decía Julia Kristeva, al definir la intertextualidad como elemento constitutivo de la literatura, que toda obra no es sino un mosaico de citas. Sobre esta noción parece levantarse la estructura de El tiempo cifrado de Matías Escalera Cordero, que en ocasiones bordea, acaso intencionadamente, el pastiche posmoderno, ora con una cita de una famosa canción de la “movida madrileña”, ora con un fragmento extraído del Libro de Buen Amor. El texto delimita muy bien el uso –y la instrumentalización– de las citas, y cada uno de los registros cumple una función específica en el texto. Si los fragmentos de canciones, famosas en los años ochenta, tiempo en que transcurre la trama de la novela, apuntalan el relato que el capitalismo va escribiendo sobre sí mismo, invitando a la juventud a vivir el presente, a consumir y a consumirse cada día, los versos del Arcipreste de Hita se actualizan para entrar en colisión con un mundo que aparenta ser perfecto y cerrado, pero que está lleno de fisuras y en el que de un momento a otro pueden estallar las contradicciones. El tiempo cifrado habla de la transición como el momento fundacional del capitalismo avanzado en España. Empieza la etapa de la alienación en el consumo, donde los nuevos sujetos no se reconocen en su clase sino en sus mercancías.

‘Honrarás a tu padre y a tu madre’,
CRISTINA FALLARÁS.
(Anagrama, 2018)

El trauma se transmite de una generación a otra: si una sociedad no elabora los traumas causados por la violencia política, estos generan efectos nocivos en la siguiente generación, que hereda e interioriza comportamientos de vergüenza y miedo de sus padres o abuelos. Esta es la tesis que Clara Valverde sostiene en Desenterrar las palabras (Icaria, 2014), un ensayo que cae en manos de la protagonista/autora de Honrarás a tu padre y a tu madre tras una entrevista con la periodista Elena Cabrera. Cristina Fallarás explora los silencios y mentiras de su familia, una familia atravesada por la Guerra Civil. Su abuela paterna fregaba suelos y nunca hablaba de la guerra ni tampoco nadie se atrevía a preguntar. Su marido había sido fusilado. En la casa de sus otros abuelos, pertenecientes a la clase alta, sin embargo, se hablaba constantemente de la guerra: eran los vencedores y exhibían su relato como botín. La transición institucionalizó el silencio. «Me llamo Cristina y he salido a buscar a mis muertos», así empieza esta novela que es una novela de búsqueda, desde la certeza del nombre propio que también habrá de venirse abajo cuando se descubra que aquello que somos –o creemos ser– acumula los traumas de otros, que no pudieron procesar el duelo de la muerte y la humillación. La violencia que una parte de la familia ejerció sobre la otra ahora también nos pertenece y nos interpela. Honrarás a tu madre… es una novela que exige, por salud democrática, romper el silencio para elaborar un trauma de la violencia política que es ya transgeneracional.
 

lunes, 26 de noviembre de 2018

9 novelas sobre la clase obrera

Mundo Obrero, Nº 316 (abril, 2018). 
La narrativa de ficción, como la literatura y el arte en general, se contamina del entorno social en la que se produce. David Becerra Mayor, doctor en Literatura Española y autor de "La Guerra Civil como moda literaria" (Clave Intelectual, 2015) ha seleccionado nueve obras de ficción sobre la realidad de la clase obrera.
Tea rooms. Mujeres obreras de LUISA CARNÉS (1934; Hoja de Lata, 2016)
Triplemente olvidada –por comunista, por exiliada y por mujer–, Luisa Carnés tampoco fue recuperada cuando empezó el proceso de recuperación y reivindicación de las autoras de la (mal) llamada “generación del 27”. Luisa Carnés, que empezó trabajando en una fábrica de sombreros, curiosamente no fue catalogada como una de “Las Sinsombrero”. De extracción obrera, Carnés escribió en 1934 Tea romos, una novela protagonizada por Matilde, una camarera de una céntrica cafetería de Madrid que nos muestra, a través de sus ojos, la realidad conflictiva de las mujeres obreras que no solo sufren la explotación de clase, sino también la explotación patriarcal. Tea romos explora la necesidad de hacer converger la lucha por la emancipación de la mujer con la lucha de la clase obrera.

La mina de ARMANDO LÓPEZ SALINAS (1960; Akal, 2013).
Finalista del premio Nadal de 1959, La mina de Armando López Salinas cuenta la historia de Joaquín, un campesino que, ante la falta de oportunidades en el campo andaluz, se ve obligado a emigrar a la ciudad minera de Los Llanos en busca de trabajo. En La mina, Joaquín no sólo experimenta y sufre las deplorables condiciones de trabajo a las que son sometidos los mineros en las galerías; también descubre las contradicciones de una sociedad basada en la desigualdad y en la explotación. La mina es una novela donde se escenifica la lucha de clases durante los años de bisagra entre el abandono de la economía autárquica y el «desarrollismo» económico. El “milagro económico español” se construyó sobre las espaldas y el dolor –y, en ocasiones, la muerte– de trabajadores como los que La mina retrata.

Lo queremos todo de NANNI BALESTRINI (1971; Traficantes de Sueños, 2006)
Narrado en primera persona, como si fuera la transcripción de un testimonio oral, Lo queremos todo cuenta la toma de conciencia de un joven obrero del mediodía italiano que emigra a trabajar a las fábricas del norte de Italia. Escéptico y pasota, Alfonso, que así se llama el protagonista, terminará tomando una conciencia de clase antagonista y revolucionaria al rechazar el ritmo de trabajo inhumano que se les impone a los trabajadores en la cadena de montaje de la FIAT. Nuestro protagonista participará en la revuelta obrera de 1969, que estalla tras cincuenta días de huelga en una atmósfera de guerra civil y de guerrilla urbana. El objetivo no será ya mejorar las condiciones de trabajo, sino abolirlo del todo, porque “il lavoro fa schifo”: el trabajo da asco. La novela de Nanni Balestrini es, a la vez, un relato en primera persona de una evolución política de un joven obrero, una crónica de la revuelta urbana y una investigación sobre las condiciones laborales de los jóvenes obreros que provienen del sur. Un clásico moderno para entender el movimiento autónomo italiano.

Animales domésticos de MARTA SANZ (Destino, 2003)
Cuando en 2013 se publicó Animales domésticos, Rafael Chirbes la saludó como una de las pocas novelas protagonizadas por obreros desde los tiempos de la transición. Esta novela de Marta Sanz es un retablo de la clase obrera del tiempo de la burbuja y el excedente, una clase obrera espantada de revoluciones que, a pesar de su precariedad, no persigue sino reflejarse en los gustos y las conductas de la clase dominante. Viven un tiempo sin épica donde no hay lugar para heroicidades. La muerte de un compañero por un momento devuelve la conciencia de clase a uno sus protagonistas, pero estos obreros con pretensiones de clase media, que tienen que perder algo más que sus cadenas, no conocen la organización ni la lucha. Animales domésticos es un retrato crítico de la pérdida de conciencia de clase del proletariado en la sociedad de consumo contemporánea.

GB84 de DAVID PEACE (2004; Hoja de Lata, 2018)
Margaret Thatcher llevaba un año preparándose para su particular guerra de clases. Su enemigo, los mineros. En marzo de 1984 empezó una huelga que duró un año. Los mineros se movilizaron para resistir ante las políticas neoliberales que no tenían otro objetivo que debilitar el movimiento obrero y desmantelar el estado del bienestar construido a base de cuarenta años de luchas y conquistas. El Estado pone toda su maquinaria de guerra sucia a funcionar. Policías infiltrados en los piquetes, manipulación informativa, organización de esquiroles, intimidación policial o incluso la violencia paramilitar forman parte del muestrario. En GB84 de David Peace se intercalan dos narraciones: por un lado, los diarios de dos mineros nos permiten conocer el día a día de la lucha cotidiana, conocer la historia de la lucha desde abajo; por otro, la narración cronológica de los hechos que nos descubre dos tramas paralelas: la de las negociaciones de los dirigentes sindicales y la del hombre en la sombra de Margaret Thatcher, encargado de coordinar la guerra sucia contra los mineros. La resistencia minera de 1984 y la guerra sucia a la que se enfrentaron tiene, con GB84, por fin su novela.

El padre de Blancanieves de BELÉN GOPEGUI (Anagrama, 2007)
La trama se desencadena cuando Manuela, una profesora de instituto con una vida acomodada, recibe en mal estado la compra que ha encargado por teléfono al supermercado. Una queja provoca el despido del repartidor, un inmigrante ecuatoriano. Este hecho conduce a la protagonista a reflexionar sobre las consecuencias de nuestros actos sobre los demás, sobre todo sobre aquellos más vulnerables. El padre de Blancanieves, a través de una estructura compleja y una mezcla de voces narrativas, habla también de unos jóvenes que buscan emprender una lucha política en las relaciones mismas de producción. El objetivo de su lucha consiste en hacer política en el puesto de trabajo y tratar de transformar el mundo desde el lugar en el que se producen las mercancías. Su propuesta nada tiene que ver con la lucha obrera tradicional, y para llevar a cabo su acción política, los personajes, se sitúan fuera de partidos políticos y sindicatos, se reúnen en asamblea, en una estructura organizativa horizontal. Publicada cinco años antes del 15-M, en El padre de Blancanieves latía sin duda la “estructura de sentimiento” de la revolución que estaba a punto de llegar.

La mano invisible de ISAAC ROSA (Seix Barral, 2011)
En un momento en el que España registra los índices de paro más altos de su historia, Isaac Rosa publica una novela sobre el sentido del trabajo en el capitalismo. La mano invisible, título que Rosa toma de la célebre frase de Smith, nos traslada al escenario de un teatro –situado en una abandonada nave industrial a las afueras de la ciudad– donde unos trabajadores realizan sus labores bajo la mirada atenta de los espectadores que, como quien mira un reality show por televisión, acuden a observar con fascinación y extrañamiento cómo los distintos empleados trabajan. Por la novela desfilan obreros de distinta índole. Pero parece que ninguno de los que se encuentra encima del escenario trabaja verdaderamente, ya que deshacen su trabajo, cuando lo terminan, para volver a empezar de nuevo. Es como si más bien se tratara de una representación del trabajo: su trabajo no es productivo ni tiene consecuencias sobre la realidad. Aunque sí produce dolor y cansancio. ¿Qué está ocurriendo realmente sobre el escenario?

Made in Spain de JAVIER MAESTRE (Caballo de Troya, 2014)
Made in Spain de Javier Mestre cuenta la historia de Fernando, un joven despreocupado que de pronto hereda una fábrica de zapatos. Cuando pisa y reconoce la fábrica, descubre un mundo que se desmorona. Las máquinas descansan de los ritmos de producción de otras épocas, cuando se fabricaban tres mil pares de zapatos y salían de los almacenes cajas repletas de calzado para distribuir por todo el territorio nacional. Las circunstancias han cambiado. En el capitalismo avanzado, donde el mercado se ha globalizado, las industrias locales no pueden competir, en duelo tan desigual, con las empresas que han deslocalizado su producción para reducir costes y obtener precios más competitivos. La única forma de competir es aplicando prácticas laborales ilegales, llevando la producción a la economía sumergida, a talleres clandestinos donde los trabajadores no son dados de alta en la seguridad social ni sus salarios alcanzan para llevar una vida digna. Sin embargo, nuestro protagonista opta por construir una alternativa y decide gestionar la fábrica de un modo más humano. Fernando quiere poner a funcionar un capitalismo bueno. Pero, ¿es posible un capitalismo con rostro humano?

La trabajadora de ELVIRA NAVARRO (Random House, 2014)
La trabajadora de Elvira Navarro está protagonizada por dos mujeres que se ven obligadas a compartir piso en un periférico barrio de Madrid cuando las dos han alcanzado la madurez vital y profesional, y han superado aquellos tiempos de juventud en los se les prometía que con una alta formación académica podrían optar a un trabajo estable y bien remunerado y llevar una vida independiente y holgada. Pero tras la Universidad, los másteres y las estancias en el extranjero, no está el paraíso, más bien el infierno de las prácticas no remuneradas y los contratos temporales. No hay estabilidad sino una lucha constante, día a día, entre distintos sujetos aislados, sin vínculos afectivos, sin solidaridad. Es la lucha, o la competencia, del todos contra todos. En esa lucha hay perdedores. Los perdedores, como la trabajadora de esta novela, cuando se ven incapaces de competir y sacar rentabilidad en la competitividad cotidiana del capitalismo, enloquecen. Sufren alucinaciones, ataques de pánico, hormigueo en las piernas y en los brazos. La trabajadora habla de las enfermedades psíquicas que el neoliberalismo provoca.
David Becerra Mayor / Mundo Obrero: http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=7912

martes, 28 de febrero de 2017

Conferencia en Universiteit Gent: "Nuevas voces en la narrativa española actual"

 III JORNADA CULTURAL DEL ESPAÑOL EN GANTE
Sábado 4 de marzo (de 9.30 a 16.15h)

13.45h David Becerra Mayor: "Nuevas voces en la narrativa española actual"

 Lugar: 
           

Blandijn, Auditorium A
Campus Boekentoren
Blandijnberg 2
9000 Gent
Acceso: Tranvía 1, parada
Verloren Kost


Organiza: Consejería de Educación en el Benelux. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España. 

Programa completo y más información: http://www.mecd.gob.es/belgica/dms/consejerias-exteriores/belgica/Formacion/Formacion-2016-2017/Jornada-Cultural-Gante-folleto/Folleto%20Cultural%20Gante%20definitivo.pdf


sábado, 28 de mayo de 2016

Todoliteratura - entrevista

David Becerra, coordinador del libro colectivo "Convocando al fantasma: Novela crítica en la España actual" (Tierradenadie Ediciones, 2015) es acaso uno de los críticos jóvenes con mayor proyección en el panorama literario actual; sus últimos trabajos, especialmente "La novela de la no-ideología", en Tierradenadie Ediciones también, o "La Guerra Civil como moda literaria" (Clave Intelectual, 2015), así nos lo confirman. De esos trabajos y de sus futuros proyectos, así como de la labor del crítico hoy día, trata esta conversación.

P. David, ¿qué probabilidades reales tiene, primero, de ser producida y, luego, de ser publicitada, hoy día, una labor crítica independiente, ya sea universitaria o divulgativa, si está concebida al margen o contra el sistema mercantil e ideológico del capitalismo actual?

R. Como todo, depende de la correlación de fuerzas. Hace unos años parecía imposible que surgieran nuevas investigaciones críticas, de corte marxista, en la Universidad. Parecía que la generación de Juan Carlos Rodríguez y Julio Rodríguez Puértolas difícilmente podría asegurarse un relevo: el marxismo se encontraba en una crisis política, pero también científica y metodológica. La posmodernidad parecía que se lo había llevado por delante. Éramos pocos los que trabajábamos en esta dirección, apenas unos cuantos discípulos de ellos, que además encontrábamos no pocas dificultades para trabajar en la Universidad española. Y, en cierta manera, se nos trataba con cierta displicencia, como si fuéramos residuos de un mundo que había dejado de existir. Pero en los últimos años, y sobre todo a raíz de la crisis, al haber cambiado la correlación de fuerzas (aunque tampoco demasiado: no alcemos campanas al vuelo) parece que nuestro discurso –marxista, crítico, contrahegemónico– cobra algo de fuerza. De pronto, nos hacen un poco más de caso, se produce más pensamiento crítico y circula un poco mejor, si bien sigue siendo igualmente difícil que nuestro discurso encuentre un lugar en la Universidad. Se produce más discurso crítico, pero la hegemonía –y los medios de producción de las palabras– siguen en manos de los mismos.

P. Y qué función juegan en todo esto la Universidad y el resto de instituciones y “eventos científicos”, tales como congresos, fundaciones, revistas, encuentros, simposios… ¿Cuál ha sido o es tu experiencia al respecto?

R. Nuestra universidad ha renunciado al proyecto de la Ilustración, cuyo objetivo era la búsqueda del conocimiento y la verdad; ahora el conocimiento se sirve a la bolognesa, lo que significa que si no es rentable para la sociedad –quiero decir: para la sociedad de mercado– queda desplazado, entra en peligro de extinción. En ese sentido, las Humanidades se encuentran en una difícil coyuntura, y mucho más cuando se enfoca desde una perspectiva crítica. Además, desde hace poco, nos tienen a todos rezando de cara a la ANECA, una agencia externa que es quien finalmente decide si estás capacitado o no para desarrollar funciones de investigación y docencia. Y lo hace a partir de criterios que pueden ser apropiados, pero no son criterios que se ha dado la Universidad. Y respecto a los eventos científicos que señalas, normalmente hay cierto rechazo –y también cierta agresividad– ante lecturas críticas, marxistas, de nuestra tradición literaria. Pero hay que señalar que también existen lugares, pequeños oasis en medio de un desierto de pensamiento único, donde se trabaja la literatura de otra manera y donde es posible encontrar interlocutores válidos. Donde todavía es posible constituir una esfera pública discursiva donde se debate, se esgriman razones y argumentos, más allá de ideas preconcebidas, que reproducción de la ideología dominante.

P. Hablemos de algunas de tus aportaciones al desarrollo y la práctica de una crítica materialista universitaria y divulgativa. En primer lugar, qué nos puedes decir de tu labor, hace unos años, dentro de la Fundación de Investigaciones Marxistas, y de esa apuesta que hiciste por el mantenimiento, dentro de ella, de una Revista de Crítica Marxista.

R. Cuando la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM) tenía su sede en la céntrica calle Alameda de Madrid, lo cierto es que organizamos actividades de crítica literaria marxista muy interesantes. Organizamos un par de seminarios, uno sobre literatura española e historia social, a partir del libro Historia social de la literatura española de Julio Rodríguez Puértolas, Carlos Blanco Aguinaga e Iris M. Zavala, y otro de crítica literaria a partir del libro de Constantino Bértolo La cena de los notables. También, en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid, organizamos tres jornadas de literatura y marxismo, con un éxito notable. La primera la dedicamos a César Vallejo, las segunda a Javier Egea y la tercera a Armando López Salinas. Las actas de las tres jornadas se publicaron en Revista de crítica literaria marxista, de la cual salieron, además de las actas, tres números más. En la FIM conseguimos armar un grupo de investigación literaria marxista que, al poco, se descompuso al perder la FIM, por razones que no vienen al caso, el local. La falta de un lugar físico en el que reunirnos hizo que nos dispersáramos. Y eso seguramente tuvo consecuencias en la batalla ideológica que se tendría que estar dando ahora. En estos momentos, se está tratando de reactivar la FIM, de buscar un nuevo local; sería muy oportuno volver a tener un lugar de encuentro en el que realizar prácticas de crítica. Los tiempos exigen un rearmamento ideológico, y la FIM constituye el mejor instrumento para ello.

P. Uno de tus empeños críticos concretos más significativos ha sido últimamente la reivindicación de la figura y de la obra de Armando López Salinas; tu edición de La mina, después de tantos años de olvido, ha sido decisiva para ello… ¿Por qué Armando López Salinas?

R. La última vez que se publicó La mina en España fue en julio de 1984. Yo nací en julio de 1984. Es decir, más allá de lo anecdótico, significa que mi generación –la que llaman la generación mejor formada de la historia de España– no había leído La mina; y si no la ha leído no ha sido por desinterés, sino porque era un libro que no existía. Creo que era importante volver a publicar La mina, volver a leer La mina, y hacerlo además con los fragmentos que no pasaron censura (que yo incorporo en mi edición). La crítica literaria dominante nos trató de convencer –y en parte lo hizo– de que La mina, así como otras novelas del realismo social español, no valía la pena leerla, pues estaba mal escrita. Además, nos dijeron que era una obra cuya lectura podía tener sentido en el momento en que se escribió, ya que denunciaba el atraso y la pobreza de la España de posguerra, pero que sus temas, a diferencia de aquellos que presenta la supuesta “gran literatura”, eran incapaces de trascender su momento histórico. Y apelando a la universalidad de la literatura, decidieron condenar a La mina y Armando López Salinas al olvido. Sin embargo, cuando uno se pone a leer La mina observa que esas conclusiones a las que había llegado la crítica literaria no resistían al menor análisis. En primer lugar, porque La mina –incluso siguiendo los criterios de calidad de los constructores del gusto literario– no es una novela en absoluto mal escrita; pero, más importante todavía, La mina es una novela que envejece mucho mejor que otras de las novelas que sí han pasado a formar parte del canon y que parecía que trataban temas más universales. Los temas principales de La mina de Armando López Salinas no han perdido la vigencia: el paro, la inmigración para buscar trabajo, los accidentes laborales, la necesidad de lucha para defenderte ante las injusticias, etc., son temas que están a la orden del día. La lectura de La mina hoy nos puede dar más respuestas que cualquier otra novela con pretensiones de universalidad.

Pero La mina es además una obra que permite desmontar el relato de la Transición. La mina nos recuerda que si en este país tenemos un sistema democrático no es gracias a grandes hombres que con grandes gestos –léase Suárez o el rey– decidieron, un buen día, llevados por su buena voluntad, superar el franquismo y traerle la democracia al pueblo español. La mina nos recuerda quienes son los que lucharon, los que con su lucha diaria pudieron ir poco a poco erosionando las estructuras del régimen franquista. La mina nos recuerda que la democracia no es una concesión de los poderosos, sino la conquista de un pueblo que se dejó la vida luchando por su libertad. Quizá por esto La mina ha estado tanto tiempo sin editarse, tanto tiempo sin leerle, porque es un libro que molesta, que cuestiona el mito fundacional de nuestra democracia, el relato de la Transición.

P. Otro de los centros de interés que ha guiado tu labor en estos últimos años ha sido la novela española moderna, especialmente de los últimos treinta años, con dos magníficos estudios, La novela de la no-ideología que vio la luz en Tierrradenadie, y La Guerra Civil como moda literaria, en Clave Intelectual, y ahora con tu labor de coordinador de este libro colectivo Convocando al fantasma… ¿Qué han supuesto para ti esas tres obras y qué aportan o qué has pretendido aportar con ellas al panorama crítico actual?

R. Me interesaba analizar el modo en que en la novela española actual las contradicciones radicales del sistema capitalista se desplazan a favor de otras que son asumibles por la ideología dominante. Es decir, observar cómo en la narrativa española la huella de lo político y lo social se borra y todo conflicto retratado en sus páginas se interpreta en clave individual, intimista, moral o psicologista. No hay conflictos políticos en lo que podemos denominar la narrativa dominante española, solo problemáticas del yo. Y si todo conflicto se localiza en el interior del sujeto, su posible resolución debe encontrarse también el interior del sujeto. Todo lo que nos ocurre –nos dice la novela dominante– encuentra su explicación en nuestro interior, nunca en el exterior. Por lo tanto, para resolver las distintas problemáticas que aparecen en las novelas no se hace necesario cuestionar o transformar el sistema; basta con que nos transformemos nosotros mismos. Esta es la tesis que manejé en La novela de la no-ideología. Convocando al fantasma…, que es una obra colectiva, retrataría el panorama de esas novelas y novelistas que justamente hacen o intentan hacer todo lo contrario, novelar el presente histórico, sin olvidar la naturaleza material e histórica del tiempo y de la realidad novelada. Cómo hay novelistas que, aun hoy, pretenden una literatura crítica que no expulse de sí la realidad real.

Y La Guerra Civil como moda literaria se puede leer, en parte, como una continuación o un desarrollo de esas tesis, pero en el análisis de las novelas que hoy en día se escriben sobre la Guerra Civil española. En el libro me pregunto por qué se han publicado tantas novelas sobre la Guerra Civil española en las últimas décadas, sobre todo teniendo en cuenta el cacareado estribillo de la Transición que venía a decir que debíamos olvidar el pasado para no abrir viejas heridas y mirar solo hacia adelante; y también cómo se reconstruye el pasado en estas novelas sobre la Guerra Civil. La respuesta a la primera pregunta parecía anunciar un escenario positivo, de celebración, ya que si de pronto se escriben, se publican y se leen tantas novelas sobre la Guerra Civil española, significa que la sociedad española ha cambiado, que ya no tiene miedo a mirar hacia atrás, a conocer su pasado y a reconocerse en su pasado. Sin embargo, hay que rebajar la euforia cuando empezamos a leer estas novelas y observamos que, en estas novelas sobre la Guerra Civil, la Guerra Civil apenas aparece como escenario, como un atractivo y cómodo telón de fondo. Estas novelas no hablan de las contradicciones históricas que hicieron posible la Guerra Civil, sino de conflictos humanos, abstractos, individuales, morales, etc., pero no de tensiones políticas y sociales, es decir históricas, que expliquen qué sucedió y por qué sucedió el 18 de julio de 1936. Son novelas históricas sin historicidad. El pasado se vacía para convertirse en el escenario estático de una complaciente novela de aventuras, de pasión y muerte. Estas novelas que se autoproclaman de la memoria histórica tienen, pues, muy poco de memoria histórica. Pero además de deshistorizar el pasado, de despolitizarlo, en esta moda literaria se puede reconocer una suerte de revisionismo histórico. Ambas cosas las analizo en La Guerra Civil como moda literaria.

P. Por último, aunque ya nos has mencionado la intención última de Convocando al fantasma: Novela crítica en la España actual, que has coordinado, y que surgió como un encargo de Tierradenadie Ediciones. ¿Qué crees que aporta esta obra colectiva al conocimiento de la novela española de los últimos treinta años?; ¿lo considerarías el complemento perfecto de La novela de la no-ideología?

R. Convocando al fantasma…, como hemos dicho, es un libro colectivo, que yo me he encargado de coordinar. Si en La novela de la no-ideología y en La Guerra Civil como moda literaria analizo la novela dominante española, la ideología de las novelas que forman parte del canon narrativo actual, en Convocando al fantasma se trata de hacer otra cosa, se trata de proponer un canon alternativo, de estudiar y analizar los y las novelistas que podemos denominar críticos, contrahegemónicos o disidentes. Es un libro en el que se analizan las voces críticas más significativas de la narrativa española actual y en el que participan profesores y críticos nacionales e internacionales que, con sus estudios, ponen en orden lo que podemos denominar novela crítica en la España actual. Se trata de convocar al fantasma de la revolución desde la literatura, pero también de hacer visible al fantasma del neoliberalismo, que, como dice Juan Carlos Rodríguez en su ensayo De qué hablamos cuando hablamos de marxismo, es el fantasma que verdaderamente recorre Europa hoy. Se trata de echarle, como en los dibujos animados, una sábana al espectro para saber por dónde anda. Pero también de convocar al fantasma que Marx y Engels anunciaron en el Manifiesto comunista. Porque acaso escribir, como dice un personaje de El comité de la noche de Belén Gopegui, no sea otra cosa que convocar al fantasma. Este libro lo que muestra es cómo, hoy día, también hay novelistas que, con su escritura, lanzan, una y otra vez, esa sábana para que lo veamos ahí delante de nosotros, o, tal vez, dentro de nosotros mismos.

Fuente: https://www.todoliteratura.es/noticia/10422/entrevistas/entrevista-a-david-becerra-mayor.html 

jueves, 25 de febrero de 2016

"Convocando al fantasma" en Valencia

Presentación de Convocando al fantasma. Novela crítica en la España actual  (Tierradenadie, 2015) 
en la Universitat de València

Fecha y hora 26 febrero, 2016. 19:00 – 21:00
Lugar: La Nau Valencia
Carrer de la Universitat, 2 (València)

Participantes: David Becerra Mayor (coordinador y coautor), Mélanie Valle Detry (coautora), Alfons Cervera (novelista), Ángela Martínez (Universitat de València), Matías Escalera Cordero (novelista y editor).

domingo, 14 de febrero de 2016

"Convocando al fantasma". Reseña de Ángela Martínez

ÁNGELA MARTÍNEZ FERNÁNDEZ // Hace tiempo descubrí que las citas -no las románticas, sino las citas intertextuales, el acto de introducir un texto entrecomillado dentro de otro- han sido utilizadas por regla general a partir de un funcionamiento homogéneo que las hace parecer a todas iguales, cumpliendo con la misma función de collage literario dentro de los libros, los artículos, las reseñas…; no obstante, descubrí también que dentro de este panorama general de citación existe un espacio para las excepciones -y de eso trata este libro al fin y al cabo-: mientras una gran mayoría de las citas intertextuales han sido entendidas como recursos para aumentar el panorama bibliográfico de sus autoras/es y nutrirse de textos canonizados como fuentes inagotables de retórica, hay otro tipo de citas que pasan desapercibidas en la amalgama textual. Son las ‘citas del contagio’, aquellas que se insertan en los textos no para engrosar los mensajes ideológicos más predominantes, sino precisamente para difundir, a cuentagotas, una opinión diferente, un mensaje disidente, unas líneas críticas con lo establecido…
“Mirad, la teoría está en el cuerpo. Os intento decir que la teoría entra por debajo de la piel y también está en los ojos. El mejor lugar de la teoría es cuando, porque la tienes, levantas los ojos y eres capaz de sostener cualquier mirada.” (Díaz, 2014: 110).
Esta cita pertenece a una obra titulada Panfleto para seguir viviendo, que fue publicada en 2007 y reeditada en 2014 por La Oveja Roja. Lo firma alguien bajo el seudónimo de Fernando Díaz y es exactamente una cita del contagio. Estas líneas del Panfleto son, además, la esencia misma de la última obra coordinaba por David Becerra. Convocando al fantasma (2015) es, precisamente, un libro en el que la teoría nos permite levantar los ojos y sostener cualquier mirada, aunque sea esta la mirada misma del capitalismo.
El libro, cuyo subtítulo hace referencia explícita a su contenido (Novela crítica en la España actual), congrega voces muy diferentes y mezcla así teóricas y escritores en torno a algunas de las novelas críticas españolas que recorren el panorama actual. Rafael Chirbes, Ángel Basanta, Marta Sanz, Belén Gopegui, Alfons Cervera, Eva Fernández, Francisco Fernández, Jesús Peris, Matías Escalera, Francisco Álamo, Fanny Rubio y un largo etcétera… Todas estas voces se sostienen sobre cuatro ejes o ideas-fuerza que ya aparecen enunciadas en el prólogo y que el lector podrá ir encadenando a medida que se adentre en los estudios particulares que ofrece cada capítulo. En primer lugar, la enmarcación socio-histórica desde la que se habla: el capitalismo avanzado como una forma totalizadora de gobernar -y entiéndase gobernar como el acto de poseer no solo las instituciones sino la propia constitución de los sujetos, la subjetividad-:
La caída del muro de Berlín en 1989 y la desintegración de la URSS en 1991, fue el punto de inflexión que inauguraría el nacimiento del capitalismo avanzado. […] A partir de este momento, en el que el capitalismo se globaliza y logra convertir el mundo en mercado, nada escapa de la lógica capitalista, de su control. […] En la posmodernidad, el capitalismo se ha hecho naturaleza, se ha convertido en nuestra vida. El capitalismo es nuestro inconsciente ideológico. (8-10).
Dentro de este inconsciente ideológico que destruye la posibilidad de imaginar alternativas, aparece la segunda idea-fuerza: la literatura en el marco histórico de un capitalismo avanzado y globalizado que ‘se ha hecho naturaleza’. “En el capitalismo avanzado, la literatura, y muy especialmente la novela, queda reducida a mercancía, y su valor no es mayor que el de cualquier otro objeto de consumo” (9). Pero, dice Becerra, si la literatura queda reducida a mercancía no tiene más opción que perder su carácter comprometido. “La consecuencia es la producción de una literatura que algunos críticos han denominado light o kleenex, no solamente por su carácter fugaz, perecedero, sino también por su falta de compromiso y profundidad” (9). Sin embargo, y dado que el término ‘literatura comprometida’ ha sido utilizado desde posiciones y ámbitos muy diferentes, cabe precisar lo siguiente: no puede hablarse de literatura comprometida sin preguntarse antes: con quién, con qué, para qué y de qué forma se ‘compromete’. De manera que, después de formularse estas preguntas, a lo que alude el libro es precisamente al compromiso que ha adoptado la literatura con el capitalismo avanzado, no con la corriente minoritaria que se opone, no con las alternativas, sino precisamente con esa forma de entender las relaciones sociales y la constitución misma del texto como un elemento más en la cadena de producción capitalista. “El capitalismo se ha totalizado también en nuestro inconsciente. Por este motivo, la novela española actual reproduce y legitima -casi sin contradicciones- la ideología dominante capitalista” (10)
De ahí que el tercer punto que subyace en el origen de esta obra esté constituido precisamente a base de más preguntas -y, en concreto, de una en particular-: “¿En un momento histórico en que el capitalismo muestra su rostro más totalizador, que incluso ha hegemonizado nuestro inconsciente, es posible producir una literatura que se enfrente o que cuestione el capitalismo?” (10). Y ahora qué, viene a decirnos el autor, si el capitalismo ha avanzado tanto y la literatura mayoritariamente está puesta a su servicio, se ‘compromete’ con sus ideales… ¿Hay alternativa?
La respuesta no puede ser sino afirmativa, porque siempre hay contradicciones; de lo contrario, sería imposible la transformación social y nos situaríamos, entonces, en el “Fin de la Historia”. Pero el “Fin de la Historia” no es más que un relato legitimador de la dominación capitalista: las contradicciones, por desplazadas que estén en el relato de legitimación, siguen existiendo […] queda espacio, por mínimo que sea, para una ideología que entre en contradicción con el sistema […] La pregunta, por lo tanto, no puede ser sino esta: ¿cómo se articula literariamente un discurso disidente? (10-11)
Y así, desde los interrogantes, se culmina con una respuesta que podría tildarse de esperanzadora para todo aquel que no quiera ver cómo la literatura se sigue homogeneizando en la dinámica del capital. A pesar del discurso totalizador, la novela crítica actual tiene lugar en el seno del capitalismo avanzado al que cuestiona y desde ahí precisamente plantea un verosímil diferente con espacios narrativos que abren nuevos sentidos. La aparición o sencillamente la existencia de esta novela crítica actual que aparece como un acto narrativo disidente podría entenderse a partir de lo que el teórico David Harvey llamó la “destrucción creativa”. Harvey entendía la destrucción creativa como uno de los elementos que se encuentran en el origen mismo de la doctrina capitalista: destruir para después construir algo nuevo sobre aquello que ha sido destruido. Es, por ejemplo, lo que ocurre con las identidades y con la privatización, el neoliberalismo destruye las identidades sociales para dar paso a una identidad individual basada en la lógica de la empresa y, al mismo tiempo, destruye el sector público para abrir el terreno al sector privado. Ahora bien, dentro de esas destrucciones creativas tiene lugar también la emergencia “inesperada” de respuestas críticas. Del mismo modo que ante la privatización y la individualización surgen movimientos sociales que abogan por una práctica social “en, desde y para lo común”, el capitalismo avanzado no solo produce novelas que se comprometen con sus dictámenes sino que dentro de las destrucciones creativas que lleva a cabo también surgen novelas críticas. De ahí que el coordinador de la obra destaque -y así lo corroboran todos los capítulos- el hecho de que todas estas novelas nacen desde una premisa básica: la concepción de la escritura como un acto público de responsabilidad. “Una novela crítica, disidente o contrahegemónica, no puede concebir el uso público de la palabra como privilegio sino como una responsabilidad con la que se debe contribuir al desarrollo del conjunto de la sociedad” (11-12).
No obstante, y dado que el presente libro es lo suficientemente extenso como para que los lectores puedan leer acerca de novelas, escritores y teóricas muy diferentes, no resultaría esclarecedor que tratáramos de definir aquí cómo es o cómo no es una novela crítica -dando pautas descriptivas que, más que ayudar, entorpecerían la compresión-, porque como dice el coordinador: “Más allá de los debates sobre el contenido y la forma que debe experimentar una narrativa crítica -qué se escribe y cómo se escribe- se trata de trabajar el sentido: cómo, quién y desde dónde se construye nuestra vida, nuestra subjetividad, nuestro inconsciente.” (14)
Por ello, en definitiva, de lo que trata esta obra es de la necesidad que sienten las novelas críticas actuales de “poner una sábana encima de lo invisible, del espectro, como sucede en los dibujos animados, para encontrar al fantasma” (19), al fantasma del capitalismo avanzado que se ha hecho naturaleza y se esconde. Es una obra colectiva que no solo proporciona las herramientas teóricas para que los lectores miren a la cara al fantasma, sino que es, también, un contagio en sí misma…

Ángela Martínez, "Convocando al fantasma", La Marea (9/02/2016). Fuente: http://www.lamarea.com/2016/02/09/81610/ 

viernes, 16 de octubre de 2015

Presentación "Convocando al fantasma" en La Central de Callao



Resultado de imagen de la central


Miércoles 21 de octubre
19h
La Central de Callao
Postigo de San Martín, 8, 28013 Madrid



Participan:
Matías Escalera Cordero (editor de Tierradenadie)
Cristina Somolinos (co-autora)
David Becerra (coordinador del libro)

Más info: https://www.lacentral.com/agenda/madrid/evento/convocando-al-fantasma-coord-david-becerra-mayor-118805  

En la España actual existe una narrativa dominante que desplaza las contradicciones radicales del sistema e interpreta los conflictos que el capitalismo produce en clave individual, psicologista o moral. La huella de lo político y lo social se borra de su literatura.
Pero hay otra literatura. Una literatura que no solo no desplaza las contradicciones sino que además las visibiliza para tratar de hacerlas estallar. Hay una literatura crítica, disidente, de oposición al capitalismo; una literatura que sigue convocando al fantasma.

Un grupo de investigadores, profesores, ensayistas y críticos nos hemos puesto a analizar la novela crítica que se produce en la España actual. Y de nuestro encuentro ha surgido este libro que Tierradenadie ediciones publica.
Se analiza la obra de Belén Gopegui, Isaac Rosa, Rafael Chirbes, Marta Sanz, Rafael Reig, Elvira Navarro, Eva Fernández, Javier Mestre Marcotegui, Fanny Rubio, Matías Escalera, Juan Francisco Ferré, Fernando Díaz y Alfons Cervera. Y entre los analistas contamos con Ángel Basanta,Christian Claesson, Constantino Bértolo, Carlos Fernández Liria, Francisco José Fernandez Ramos, Jesús Peris Llorca,Cristina Somolinos, Ana Moreno Soriano, Alberto García-Teresa, Juan Manuel Santiago, Manuel Guedán Vidal, Mélanie Valle Detry, Anne-Laure Bonvalot y Francisco Álamo Felices.